Por mucho tiempo pensé que la intuición era algo no cambiante y que cuando me hablara tenía que hacerle caso, sin cuestionamiento alguno. En los últimos años, sin embargo, me he dado cuenta que para que mi real intuición esté alineada con mi persona tengo que conectar con ella y saber exactamente de dónde viene.
Nos criaron enseñándonos que “you have to trust your intuition”. Pero yo creo que va más allá de sólo confiar en esa voz interna. Soy fiel creyente que sin darnos cuenta esa voz muchas veces puede ser (no el angelito blanco pero el diablito rojo de el otro lado de tu hombro) que se encarga de recordarte de todos tus traumas o voces de OTRAS personas inculcadas en ti de pequeño o incluso de adolescente. Por “trust your intuition before anything else” terminamos tomando decisiones en nombre del miedo y la inseguridad. No desde la razón y el sentimiento que representa lo que realmente queremos.
La intuición viene de diferentes formas para cada persona. Depende de ti decidir en qué forma la vas a escuchar o cómo conectas con ella. Hay personas que hacen lo que saben, otras que hacen lo que sienten y otras que necesitan preguntar a 5 personas diferentes antes de tomar una decisión.
Por muchísimo tiempo fui de esas personas que necesita la opinión de todo el mundo alrededor mío para tomar una decisión. (todavía lo soy en varios aspectos de mi vida) Creo que me forme así porque nunca supe entrenar a mi intuición a mi real identidad o quien quería ser. Me acostumbre a que las voces de las personas más cercanas a mí fueran las que dictaran mi vida. Por esto SUS voces se volvieron mi intuición, jamás fue mía.
Toda mi vida me dijeron que era muy sensible y muy emocional. Me hacían sentir mal al respecto. Peor aun, me hicieron creer que eso estaba “clouding my intuition and my judgement”. Nunca pude aceptar ese lado de mi para que me dejara crear una intuición más confiada y auténtica.
Hoy en día no creo que sea así. Ser “sensible” me permite pasar por todas mis emociones. Y la pura verdad es que no me hace más vulnerable, me hace más humana. Además, me permite crear una intuición desde mi real persona, aprendiendo cosas nuevas cada vez y abrazando esas partes de mi que me dijeron que estaban mal.
Cuando estamos en High School no sabemos mucho de nosotros mismos. Nos rodeamos de personas super similares y no estamos expuestos a diferentes ambientes. Muchos de esos traumas que tenemos de esas épocas son porque fuimos engañados a tomar decisiones en nombre de esa intuición (de otras personas) para poder seguir en un camino escogido para nosotros (no por nosotros). No se a ustedes, pero este ciclo causó que mi “diablito rojo” se pusiera título de “mi intuición” y me hizo tomar decisiones desde un lugar de miedo e inseguridad.
Hoy en día he aprendido a conectar con mi intuición auténtica y no con la impostora.
He aprendido que cuando estoy brava, estresada o ansiosa es cuando más “el diablito rojo” va a tratar de forzar situaciones en mi que no vienen desde un lugar de auténtica conexión.
He aprendido que para conectar más con mi intuición tengo que tratarla bien pasando tiempo a solas, haciendo cosas que me nutren y no dejar que la voz de otros nublen la mía.
Porque así como nosotros estamos en constante cambio es importante que nuestra intuición venga con nosotros en esa evolución.
Si se queda atrás con creencias o vidas pasadas puede mantenerse en una voz que ya no es nuestra.